La represión con la que el gobierno de Daniel Ortega desmanteló la rebelión de abril de 2018 ha producido un éxodo creciente y sin frenos. La vicepresidente y esposa del mandatario, Rosario Murillo, continúa diciendo que Nicaragua es el país del “vivir bonito.” No obstante, sus palabras son desmentidas constantemente en los hechos: en los indígenas de la reserva de Bosawás asesinados impunemente por los colonos que acaparan sus tierras a vista y paciencia del ejército, en las víctimas de los paramilitares, y en los ciudadanos afectados por el manejo negligente del Covid-19, cuyo efecto perverso el gobierno niega e incluso fomenta mediante la promoción de marchas políticas y fiestas populares. Algunas de las cifras macroeconómicas tienden un plácido velo sobre el descalabro de miles de economías familiares. Basta ver los hoteles y restaurantes cerrados, las sucursales bancarias canceladas, las construcciones congeladas, y la deserción en las universidades para concluir que el impacto económico negativo es una sombra que se expande, aunque con desigual afectación, en un país donde las principales fuentes de divisas todavía mantienen altos niveles productivos y se cotizan a buenos precios. Más allá de los grandes números, hay miedo y hay hambre.
Acicateados por el hambre y por el miedo se han ido decenas de miles de nicaragüenses. Cambiaron de país porque se desesperaron de cambiar el país. Conservan la rabia que podría derrotar al miedo, como ocurrió en abril de 2018, pero perdieron la esperanza en un cambio que provenga del liderazgo político actual. Por eso el éxodo se ha llevado a numerosos líderes de base que encabezaron la rebelión y que ahora piden asilo en Estados Unidos, Costa Rica, España y otros países.
El éxodo de nicaragüenses ha roturado una larga estela en apenas tres años. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, 2020) habla de más de 87,000 nicaragüenses que buscan protección en Costa Rica y hace un año hablaba de un total mundial de más de 103,600 nicaragüenses desplazados desde 2018.1
Si extrapolamos esta cifra a la población de los Estados Unidos o de México, estaríamos hablando de más de cinco millones o más de dos millones, respectivamente. Repito: en tan solo tres años.
Existen indicadores de una creciente migración de nicaragüenses hacia los Estados Unidos. Debido al carácter no autorizado de ese grupo poblacional, las fuentes disponibles solo nos dan una idea indirecta y aproximada, probablemente mucho menor del flujo real. Según datos del U.S. Customs and Border Protection (2021), en el último año fiscal –desde octubre de 2020 hasta septiembre de 2021 – hubo 50,722 detenciones de nicaragüenses, volumen muy por encima de los años fiscales anteriores (ver tabla 1).
El número de nicaragüenses ingresando de forma legal ha crecido en un plazo muy corto, pasando de 3,692 en enero a 7,375 en junio de 2021 (Cagnassola, 2021). Algunos de estos migrantes se convierten posteriormente en “overstayers”: personas que se quedan una vez que venció el tiempo de su estadía autorizada.
El aumento de migración autorizada y no autorizada suele traducirse en una mayor presencia de casos de nicaragüenses –normalmente presentando solicitudes de asilo– en las cortes migratorias estadounidenses. Eso ocurrió en los años previos y es previsible que marque una tendencia. Hubo 4,145 casos en septiembre de 2018. Este número subió hasta llegar a 12,006 casos en diciembre de 2019, un incremento de casi 190 por ciento, solo superado por cubanos y venezolanos, según el sitio web de Trac Immigration (2021).2
Las cortes migratorias que reciben casos de nicaragüenses podrían dirimirlos de modo expedito si fueran consistentes con la posición adoptada por otras instancias del gobierno estadounidense hacia el régimen de Ortega. El Congreso, el Departamento del Tesoro, el Departamento de Estado y la Embajada de los Estados Unidos en Nicaragua han aprobado sanciones por violación a los derechos humanos, emitido pronunciamientos contra la corrupción y advertido a sus connacionales sobre la arbitrariedad del régimen de Ortega y la caótica situación que impera en Nicaragua. Sin embargo, cada solicitante de asilo debe defender su caso y demostrar que su vida en particular corre peligro si lo deportan a un país donde ser un disidente político es un delito capital.
Muchos solicitantes de asilo han sufrido experiencias traumáticas, pero no todos tiene forma de probarlas y sustentar así la persecución de la que son objeto. ¿Cómo demostrar una violación ocurrida seis meses antes y en el sigilo de las celdas subterráneas de la Dirección de Auxilio Judicial? ¿Cómo demostrar que una turba te arrebató las camisas azuliblanco que confeccionaste y que te molió a golpes y después amenazó de muerte a toda tu familia? ¿Cómo lograr que sea creíble que por liderar la campaña de alfabetización, emprendida en la ciudad de Estelí por un partido de oposición en declive, tus vecinos sandinistas te han disparados tres veces y te han reventado el cráneo con un tubo galvanizado?3 El éxito en la corte depende menos de la evidencia presentada que de la habilidad persuasiva de los abogados y los expertos, y la sensibilidad de las y los jueces. Lamentablemente las dificultades abren la puerta a la discrecionalidad y a la injusta pérdida de casos en los que la deportación ronda lo letal.
No obstante, el gobierno de Estados Unidos está tomando en consideración la situación de la que huyen, permitiendo a un porcentaje cada vez mayor de nicaragüenses ingresar al país mientras esperan la resolución de sus peticiones de asilo: 20 por ciento en 2019, 35 por ciento en 2020 y 45 por ciento en 2021, según un reporte del Trac Immigration (2021a). La mayoría entraron entre octubre de 2020 y enero de 2021, sobre todo por la zona de Brownsville, el punto en el atlántico de la frontera mexicano-estadounidense y la ruta más corta y una de las más peligrosas de Centroamérica hacia Estados Unidos. Estar dentro de Estados Unidos, en lugar de esperando en México, aumenta las probabilidades de ser representados por un abogado. De ahí el éxito de muchos nicaragüenses en la obtención del asilo, beneficiándose de tasas de aprobación del 36 por ciento en 2020, cifra superior al 26 por ciento que promedian todas las nacionalidades (dicha tasa es del 17 por ciento para los salvadoreños, del 13 por ciento para los guatemaltecos y del 11 por ciento para los hondureños). Estas nacionalidades ejercen mucha más presión sobre el sistema de refugio y asilo estadounidense porque sus volúmenes de solicitantes y detenidos todavía siguen siendo muy superiores a los de nicaragüenses. El U.S. Customs and Border Protection (2021a) da cuenta de que las aprehensiones de estas nacionalidades duplican o hasta quintuplican las de nicaragüenses. Pero la migración engendra migración: una vez que esta ola de migrantes se establezca, llamarán a sus familiares y Nicaragua se sumará a los países del norte de Centroamérica como un emisor recurrente de migrantes hacia Estados Unidos. No sabemos por cuánto tiempo la administración de Joe Biden mantendrá su política de relativa condescendencia o cuándo emprenderá otras estrategias.
Las cifras de “la migra” mexicana, visibles en el portal de la Secretaría de Gobernación (2021), corroboran la tendencia ascendente de migrantes nicaragüenses hacia el norte. Para efectos comparativos tomaré los datos de 2017 a 2021 de los nicaragüenses detenidos, que por allá llaman gentilmente “presentados ante la autoridad migratoria”. El siguiente cuadro muestra los incrementos desde 772 en 2017 hasta 15,407 en 2021
El descontento, por un efecto paradójico, transforma este éxodo en ayuda económica. El aumento de los migrantes se convierte –aunque no siempre de inmediato– en un incremento de las remesas que permiten mantener a flote economías familiares que naufragaron y, al mismo tiempo, la sobrevivencia del sistema expulsor. La migración genera un Producto Externo Bruto creciente -63 por ciento procedente de los Estados Unidos- que desdice de la soberanía financiera: 1,501 millones de dólares en 2018, 1,682 millones en 2019, 1,851 millones en 2020 y 2,147 millones en 2021. En el primer cuatrimestre de 2022 totalizan 866.5 millones de dólares, manteniendo la tendencia ascendente, según el Banco Central de Nicaragua (2021, 2022). Así se cierra el círculo vicioso: los expulsados sostienen al expulsor.
Referencias
Banco Central de Nicaragua (2021) ‘Cuadros de anuario de estadísticas macroeconómicas (1960 – 2020)’, Balanza de pagos, Cuadro – Table VII – 1. Disponible en https://www.bcn.gob.ni/cuadros-de-anuario-de-estadisticas-macroeconomicas-1960-2020 [consulta: 20 octubre 2021].
Banco Central de Nicaragua (2022) ‘Informe de remesas’. Disponible en https://bcn.gob.ni/publicaciones/informe_remesas?field_fecha_value%5Bvalue%5D%5Byear%5D=2021 [consulta: 21 de junio 2022].
Cagnassola, Mary Ellen (2021). ‘U.S. Border Patrol Has Stopped Over 19K Nicaraguans at the Border, a New Record’, Newsweek, 29 julio. Disponible en https://www.newsweek.com/us-border-patrol-has-stopped-over-19k-nicaraguans-border-new-record-1614356 [consulta: 20 octubre 2021].
Mora, Jean Pierre (2021) ‘Nicaragüenses luchan para seguir adelante en su exilio en Costa Rica’, UNHCR/ACNUR, 12 febrero. Disponible en https://www.acnur.org/noticias/historia/2021/2/602611cd4/nicaraguenses-luchan-para-seguir-adelante-en-su-exilio-en-costa-rica.html [consulta: 20 octubre 2021].
Secretaría de Gobernación, Gobierno de México (2021) III Extranjeros presentados y devueltos. Disponible en http://portales.segob.gob.mx/es//PoliticaMigratoria/Boletines_Estadisticos [consulta: 20 octubre 2021]
Trac Immigration (2021) ‘Cubans, Venezuelans, and Nicaraguans Increase in Immigration Court Backlog’. Disponible en https://trac.syr.edu/immigration/reports/591/ [consulta: 20 octubre 2021].
Trac Immigration (2021a) ‘Now Over 8,000 MPP Cases Transferred Into United States Under Biden’. Disponible en https://trac.syr.edu/immigration/reports/647/ [consulta: 20 octubre 2021].
U.S. Customs and Border Protection (2021) Nationwide Encounters. Disponible en https://www.cbp.gov/newsroom/stats/nationwide-encounters [consulta: 20 octubre 2021].
U.S. Customs and Border Protection (2021a) ‘U.S. Border Patrol Southwest Border Apprehensions by Sector’. Disponible en https://www.cbp.gov/newsroom/stats/southwest-land-border-encounters/usbp-sw-border-apprehensions [consulta: 20 octubre 2021].
U.S. Department of Homeland Security (2021) Table 34. Aliens Apprehended by Region and Country of Nationality: Fiscal Years 2017 to 2019. Disponible en https://www.dhs.gov/immigration-statistics/yearbook/2019/table34 [consulta: 20 octubre 2021].
[mfn referencenumber=3]Trac Immigration se autodefine como una organización “comprehensive, independent, and nonpartisan information about immigration enforcement.” https://trac.syr.edu/immigration/
Notes
- ACNUR (2020) ‘Más de 100.000 personas forzadas a huir de Nicaragua tras dos años de crisis política y social’, ACNUR, 10 de marzo. Disponible en https://www.acnur.org/noticias/briefing/2020/3/5e67b6564/mas-de-100000-personas-forzadas-a-huir-de-nicaragua-tras-dos-anos-de-crisis.html [consulta: 20 octubre 2021]. ↩︎
- Trac Immigration se autodefine como una organización “comprehensive, independent, and nonpartisan information about immigration enforcement.” https://trac.syr.edu/immigration/ ↩︎
- Este es el tipo de información que contienen los relatos que recolecté durante meses de trabajo de campo realizado para un libro sobre la represión titulado Tras el telón rojinegro: represión y resistencia. Ver https://www.elsotano.com/ebook/tras-el-telon-rojinegro_E1000881592 . Ese trabajo generó más de cuarenta y cinco horas de entrevistas grabadas con las víctimas y muchas otras no grabadas. Los relatos coinciden con las declaraciones de los aplicantes a asilo en Estados Unidos que suelo leer en mi condición de colaborador como testigo experto accesible para abogados por bono en la base de datos del Center for Gender and Refugee Studies del UC Hastings College of the Law. En los últimos tres años he recibido un promedio de dos peticiones al mes para escribir declaraciones y/o testificar en las cortes migratorias. ↩︎